Quienes escogieron trabajar con el conocimiento espiritual y decidieron conscientemente hacer su parte asistiendo a la Tierra y a sus habitantes en los momentos de transición y elevación, son los verdaderos trabajadores incesantes de la luz. ¿Acaso estoy hablando de ti? Como te apunté en el capítulo anterior, hace mucho, pero mucho tiempo, en cierto lugar de la galaxia, un gran concilio fue convocado y un llamado fue emitido a los innumerables seres de luz de todos los rincones del universo.
En aquella bendita reunión se expresó en forma enfática lo siguiente: «Estás invitado a encarnar en un mundo donde una gran transformación tendrá lugar. Tú que respondes a este llamado, irás a un lugar de evolución planetaria donde las ilusiones del temor y la separación son fuertes maestros. El llamado es para todo aquel que cuente con los dones y talentos necesarios para que ayude a elevar y transformar las frecuencias de la Tierra incorporando y anclando la presencia de su amor. La invitación es para que vayan y encarnen masivamente entre los pueblos del planeta para ayudar a sus habitantes y al mundo en su ascensión.
La parte más importante del plan consiste en que serás velado por el olvido; sin embargo, mientras recuerdes el sentimiento de la inocencia infantil y la confianza llegarás a ser un verdadero elevador armónico para la Tierra. Encarnarás junto con los demás de forma estratégica, quizás hasta en las áreas vibracionales más densas del planeta. Para algunos, la ilusión de separación del amor podrá crear sentimientos de desolación, falta de apoyo y perturbación. Pero reconociendo tu humanidad y tu gran amor transformarás las profundidades de la dualidad y tu luz animará a los demás a conseguir también su objetivo. Tu participación en este desafío es puramente voluntaria. Si aceptas la misión tendrás la oportunidad de catalizar y sintetizar todo lo que experimentes durante las muchas encarnaciones recibiendo el glorioso ofrecimiento de un salto cuántico en tu conciencia».
Fue así, más o menos, la forma en que decidiste encarnar en este planeta para ayudar en el crucial evento. Hubo además, para protección de todos los aspirantes, un “plan B”, el cual consistía en auxiliarse entre sí en el despertar —de la ilusión de separación y olvido— al que somete a sus habitantes el planeta Tierra. Entonces, quienes viajaron, acordaron avivar unos a otros el recuerdo y fueron plasmando amorosamente en su largo recorrido, a manera de rastros, ciertos códigos como sonidos, colores, luces, imágenes, palabras y símbolos con los cuales se ayudarían a recordar su gran compromiso con la luz.
Esas claves irían apareciendo por todas partes, como en la música y en el arte, en miradas penetrantes, ¿dije ‘miradas profundas’?, también en conversaciones, sentimientos, etc. Cuando utilizas por ejemplo el canto, la risa, la danza, el gozo, el amor y la confianza, estás creando una oleada de transformación que transmuta las limitaciones de la dualidad y separación haciendo el milagro de la paz y la unidad sobre el planeta. ¡Lindo!, ¿verdad?
Extracto de "El Libro de Bioquantum"
Autor: Martín Peña
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