En los recursos medicinales de la tradición indígena encontramos un vasto conjunto de elementos tanto materiales como simbólicos que parecen estar recobrando fuerza y credibilidad día a día en nuestros tiempos.
A diferencia de la medicina alópata, académica o científica, cuyas terapias se concentran en el combate a los padecimientos articulados en el eje de la salud/enfermedad, los médicos tradicionales indígenas amplían su campo de atención para satisfacer una demanda estructurada en el binomio equilibrio/desequilibrio. Para ello emplean recursos materiales como plantas, animales, minerales, etc. y simbólicos los cuales se ven ligados a rituales y a procedimientos de eficacia simbólica; toda esta cultura médica se ve englobada en un interesante sistema de diagnostico, clasificación y tratamiento de causas de la enfermedad y desequilibrantes asociadas a su partícular cosmovisión. Ahí radica la principal diferencia entre la medicina de nuestros tiempos, la cual se enfoca en los síntomas, y las tradiciones holísticas que se enfocan en el origen y causa de la enfermedad-desequilibrio.
Se cree que Yucatán en México, es el único lugar de América donde se puede encontrar una considerable literatura medica en lengua nativa. Los manuscritos médicos redactados con jeroglíficos, parecen haber existido desde antes de la llegada de los españoles.
Cuando los conquistadores pisaron estas tierras, los Mayas ya tenían conocimiento de las propiedades medicinales de las plantas aborígenes y con ellas acostumbraron a medicinarse.
En el antiguo Yucalpetén, ahora Yucatán, existían desde entonces individuos especialmente dedicados a combatir las enfermedades y tratar todo tipo de padecimientos usando hierbas con propiedades medicinales, estos sabios eran conocidos como: h-men (sacerdote), el dzac-dzac (yerbero) y el pulyah (hechicero).
Estos sabios atribuían propiedades medicinales a las plantas, pudiendo estas tener varias aplicaciones al igual que la misma propiedad se le puede atribuir a diferentes variedades de planta. Al mismo tiempo hay dolencias atendidas mezclando varias de ellas. Incluso suelen añadirse ingredientes de origen animal y mineral.
La medicina autóctona se relacionaba con la magia, pues solían realizarse ciertas ceremonias con las plantas, potenciando así sus efectos y dandoles propiedades terapéuticas.
Otra parte importante del lado simbólico de esta medicina, es que con el objetivo de que surtieran los efectos esperados, el tratamiento se indicaba para un día determinado de la semana, casi siempre un viernes, con hora del día o fase lunar. También era importante el número de unidades: nueve flores de mayo, nueve hojas de x-kakaltum, nueve granos de maíz.
El conocimiento empírico de los indígenas acerca de la medicina “verde” toma en cuenta la forma y color de la especie. Como ejemplo tenemos el remedio contra la picadura de serpiente en el cual se utilizan 10 tipos de plantas de las cuales la mayoría lleva en su nombre la palabra kan que significa serpiente, siendo plantas dedicadas a este animal por semejanzas encontradas con ella; las flores, hojas, madera, resina o raíz amarilla son usadas para curar enfermedades “amarillas” como la k´anchik´in (ictericia) solo por citar algunos ejemplos.
Es tiempo de echar un segundo vistazo a remedios olvidados, al conocimiento de sabios antiguos, a posibilidades naturales de recuperar el equilibrio que nuestro cuerpo pide. La medicina indígena tradicional tiene infinitas posibilidades aun por ser recordadas y descubiertas.