Todo comenzó una mañana del invierno de 1998, cuando Ryan tenía seis
años y su profesora estaba dando una pequeña charla a su clase de primer grado sobre las
condiciones y salubridad de los estudiantes de su misma edad que vivían en
África y
explicó a la clase cómo muchos niños en África tenían que andar durante
kilómetros para conseguir agua.
"Recuerdo que otro alumno preguntó cuánto tenían que andar para
llegar a un lugar con agua potable y ella respondió cinco mil pasos"-
relata Hreljac- "Conté los pasos que yo tenía que dar desde el aula a la
fuente más cercana y eran solo diez".
Ryan Hreljac quedó muy extrañado por
la falta de agua limpia y preguntó a su profesora cuanto costaba un grifo en
África. Ella, desconcertada, anticipó a Ryan una cifra que había leído en algún
documento: 70 dólares por una bomba extractora; un conmovido Ryan decidió que recaudaría lo suficiente para uno.
Ese mismo día al llegar a casa, Ryan, que todavía estaba aprendiendo a
conocer el valor monetario de las cosas; pidió a su madre el dinero para
comprar un grifo y enviarlo por correo.
Susan, su madre, ignoró las inquietudes de su
hijo. Pero Ryan insistió durante toda la semana sobre el dinero e incluso le
propuso hacer las tareas domésticas durante todo un año para ganarse la
posibilidad de decidir qué hacer con un primer sueldo.
“No lo entiendes mamá”, dijo, con lágrimas llenando sus ojos. “Los niños
están muriendo simplemente por no tener agua limpia”.
Su madre, aceptó la propuesta, a sabiendas de la escasez de constancia en
un niño de su edad. Ryan aspiró, limpió las ventanas y con mucha determinación,
trabajó pacientemente y ahorró cada moneda dentro de una lata vieja de galletas.
Ryan Hreljac hizo todas las tareas que le permitían su corta estatura. “Después de cuatro
meses, ayudando en las tareas domésticas para conseguir dinero, me dijeron que en
realidad perforar un pozo costaba unos dos mil dólares, con 70 dólares
solamente se podía adquirir una bomba de mano”, recuerda Ryan.
Lejos de abandonar su ilusión, Hreljac explica que comenzó una campaña
para juntar los fondos necesarios para construir un pozo de agua potable; pidió
ayuda y poco a poco fue ganándose el favor de los que le rodeaban.
"Primero se
sumaron mis amigos y mis padres (un policía y una funcionaria regional), luego
mis compañeros de clase, luego toda la escuela, más tarde la escuela
cercana...".
Después de un año,
reunió el dinero y con él se construyó un pozo en la Escuela Primaria de Angolo,
en el norte de Uganda. Ryan asistió con sus padres a la ceremonia de apertura
en la que los alumnos corearon su nombre.
Animado al ver que su esfuerzo estaba
dando resultados, decidió que no debía conformarse con eso y así nació Ryan´s
Well Foundation, la ONG que ha ayudado a
construir más de 700 pozos y se calcula que facilita el acceso al agua potable a
más de 736,000 personas en 30 países de África, Asia y Centroamérica
Ahora Ryan estudia en la Universidad de Halifax, en el este de Canadá,
su tercer año de Desarrollo Internacional y Ciencias Políticas y continúa su
trabajo con la ONG dando conferencias por todo el mundo sobre la falta de
acceso al agua en el mundo pobre.
Preguntado por sus planes para el futuro, Ryan dice que su ONG tratará
de continuar con su "pequeño aporte" para resolver los problemas de
acceso al agua.
A pesar de su
inusual logro, Ryan no se considera distinto; "Yo también jugaba a los
videojuegos, salía con mis amigos a hacer deporte o a dar una vuelta el fin de
semana. No hay nada especial en mí. Fue este proyecto lo que resultó ser algo
increíble".
Ryan Hreljac anima a otros niños que tengan ganas de ayudar como él a que no se
deshagan de su ilusión:
"No hay que
tener miedo a ser idealista por mucho que se trate de un problema complejo como
el acceso al agua; hay más de mil millones de personas que sufren por este
problema pero no hay que tener miedo a proponer soluciones".
Ryan´s Well Foundation:
Tu opinión es importante...compártela aquí: