Estudiar o ser asiduo de la astrología y otras mancias en estos tiempos, tiene la misma razón de ser que para Sócrates hace siglos: “Conócete a ti mismo”. Es, simplemente, una herramienta más para sacar mejor provecho de tu vida y de tu entorno.
Averiguar las claves del tiempo y momento de nuestro nacimiento e interpretarlos mediante la astrología te da un diagnóstico personal, psicológico, médico y caracterológico, que sirve para pronosticar cómo va a comportarse el clima futuro.
Con la astrología tienes un cuaderno de claves, de relaciones, de puntos fáciles y puntos difíciles, de recomendaciones de no meterse por determinados caminos y por el contrario, indicaciones de que por otros las cosas te saldrán mejor porque aprovecharan tus potencialidades.
Eso sí, hay que saber utilizar la astrología como un conocimiento a favor y no depender de ella; hay quien por ejemplo no sale de casa si su horoscopo semanal presagia algo en contra. No se trata de eso, la astrología, al igual que otras artes esotéricas como el tarot, son útiles para conocer tendencias o el flujo de energías que influyen sobre la persona; por ejemplo, te pueden ayudar a entender porque sigues empeñándote en tropezar con la misma piedra y qué puedes hacer para evitarlo. En las relaciones, descubrir porque tengo este o aquel problema, bloqueo, etc., que no me deja avanzar hacia una plena convivencia. También, el porque me exalto tanto o por el contrario no reacciono ante hechos concretos.
Otra utilidad de la astrología es predecir fechas y horas propicias para tomar decisiones específicas, para iniciar una relación, firmar un contrato, comprar algo importante, etc.; a lo largo de la historia existen años de historia documentada en cálculos, tablas, observaciones y comprobaciones con hechos concretos que respaldan esto.
Solo es cuestión de probar y comprender su funcionamiento. Se basa en algo tan lógico como irrefutable: estamos en el Sistema Solar, donde todo se influencia de todo y se integra en todo.
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