El rey Salomón era sabio, rico y poderoso, pero se sentía desgraciado.
“Cuando las cosas van bien, nunca confió en que duren. Cuando van mal me imagino que la situación no mejorara jamás" –dijo un día Salomón a sus sabios-. “He soñado que existe un anillo que contiene la sabiduría que puede aportar la verdadera paz de espíritu. Buscadme ese anillo y traédmelo antes de seis meses”.
Los consejeros del rey buscaron por todo Jerusalén. Después viajaron a Damasco, Babilonia y Egipto, y hablaron con comerciantes que habían surcado los mares, pero nadie había oído hablar del anillo. La noche antes de que se cumplieran los seis meses, el consejero mas joven, incapaz de dormir, paseaba por las calles de la ciudad. Al despuntar el alba, llegó al barrio mas pobre; allí vio a un anciano que se preparaba para vender sus baratijas. En un último intento, el joven le describió el anillo buscado. Entonces, el anciano le mostró una alianza lisa e inscribió algo en ella. El consejero lo leyó y sonrió. Sin duda, ese era el anillo. Tras pagarle al anciano, partió de regreso a palacio.
Cuando Salomón leyó la inscripción de la alianza: “Gam Zeh Ya´avor”, que traducido del hebreo significa “Esto también pasara”, su pesar se convirtió en alegría y su alegría en pesar: después, ambos sentimientos se convirtieron en paz.
Desde ese día, el rey llevó siempre el anillo, que le recordaba, en los buenos y en los malos tiempos, que “esto también pasara”.
Historia extraida del "Talmud"
Tu opinión es importante...compártela aquí: