Ponerse en el lugar de
otros no es sencillo, pero resulta muy loable; bien dice aquel sabio proverbio sioux
"Antes
de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus zapatos”, pues,
aunque es difícil, ponerse en los zapatos del otro es una forma de comprender
su actuar, dejar los juicios a un lado y así, fomentar la empatía.
Para ayudar a desarrollar
la empatía y compasión, hay un sencillo ejercicio: “Qué tal si…”, y
se hace de la siguiente manera:
Al estar en presencia de
una persona con actitud desagradable o que nos ha tratado mal, rápidamente haremos
que la mente pase por una serie de “qué tal si...”.
Por ejemplo, pregúntate:
"¿qué tal si esta persona simplemente tiene un mal día?", "¿qué
tal si esta persona acaba de perder su trabajo?", “¿qué tal si se acaba de
enterar de que su marido la engaña?" o “¿qué tal si le acaban de
diagnosticar una enfermedad?".
Al crear estas historias
de posibilidades infinitas, empiezas a empatizar con la otra persona y su
situación. Este método hace que dejes de pensar en ti y te lleva a sentir
compasión por la otra persona.
Puede darse el caso de
que identifiques personas que constantemente repiten patrones que te dañan, en
cuyo caso será muy noble aplicar la empatía y compasión, pero, así como no se
trata de juzgar su comportamiento, tampoco se trata de que vivas aguantando y
justificando todo. Aplica este mismo método, pero ofreciendo amor y compasión a
distancia, estableciendo tus límites, pues en casos así son ellos mismos
quienes deben de trabajar sus propios asuntos.
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