La palabra karma es de origen sánscrito y significa “ley de acción y consecuencia”, es decir, la ley que nos explica que no existe causa sin efecto, ni efecto sin causa; por cada acción en el plano espiritual, hay una reacción igual y opuesta, por lo tanto, si se da felicidad, se experimentará felicidad a cambio, si se da pesar, se experimentará pesar en igual medida.
Comprender el karma nos permite ser conscientes de que nuestras acciones tienen consecuencias. En otras palabras, sea cual sea la emoción que yo haga que otro experimente hoy, tarde o temprano se convertirá en mi propia experiencia.
El karma no se comparte ni es igual en todas las personas, cada persona posee su propio karma individual. Los actos y sus efectos, solamente pueden producirse cuando ha habido una causa que los ha provocado, esto significa que el presente es consecuencia de nuestros pensamientos, decisiones y acciones anteriores.
Pero no confundamos esta enseñanza y pensemos que si todo lo que ocurre en nuestra realidad presente se debe a nuestras acciones pasadas, entonces ya no se puede hacer nada al respecto, porque no es así. Recuerda que si el pasado creó el presente, entonces en este momento está creando al futuro.
Entender la ley del karma nos impulsa a participar activamente en la creación de nuestro propio destino; tus acciones del día de hoy están construyendo los efectos que experimentarás mañana.
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