"El mal para ellos, no consiste en el pecado. Para los Tarahumaras el pecado no existe: el mal es la pérdida de la conciencia. Tiene para ellos más importancia los altos problemas filosóficos que los preceptos de nuestra moral occidental. Los Tarahumaras tienen la obsesión de la filosofía y están obsedidos hasta una especie de sortilegio fisiológico; no hay entre ellos gesto perdido, gesto que no tenga un directo sentido filosófico."
Antonin Artaud, sobre su aprendizaje con los Tarahumaras.
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