Cuando me vine a vivir a Madrid,
uno de los aspectos que pensé más seriamente fue acerca de mi espiritualidad.
Mi familia es gitana y normalmente, compartimos el amor por la adivinación, los
astros y el tarot. Es así como poco a poco fui buscando un futurólogo de
confianza, que me revelara mis más íntimos secretos. Fue así como conocí a mi vidente de Madrid, una vidente certera,
eficaz, capaz de desentrañar las más profundas interrogantes que se plantan
en mi alma.
Lo que busqué en una vidente
Como ya me había consultado antes el tarot,
conocía las maneras en las cuales se desenvuelven los videntes. Conocí a mi vidente de Madrid en medio de esa
búsqueda. Una mujer sabia, de mediana edad, que no se anda con muchos rodeos.
Es extravagante, eso sí, pero creo que es simplemente parte de su personalidad
y no un cliché.
Al consultarle la primera vez, acudí personalmente a su estudio, un lugar pequeño, ubicado en una famosa tienda esotérica en Madrid. Allí, al entrar, me efectuó una oración y limpieza de aura, para aligerarme.
Luego, limpió con incienso, gotas de lavanda, sal y el calor de una vela, sus cartas del tarot. Ya eso me mostró que efectivamente sabe qué hacer antes de una lectura.
Lo que más me agradó
Al culminar la consulta, mi vidente de Madrid me demostró sus cualidades espirituales: me aconsejó y realizó un
ritual sencillo de carga de energías positivas, imponiendo sus manos en las
mías, así como en mi frente.
Salí renovada, siendo una mujer más positiva y con mucho optimismo. Para mí fue esencial más que la lectura misma, el significado que hallé en ella, las posibilidades que tiene de ser una buena consejera espiritual, capaz de hacerme comprender los designios de mi vida y cómo actuar frente a los retos que en ella se me presentan.
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