La juventud no es sólo una época de la vida, es también un estado de ánimo.
No tiene que ver con el color de tus mejillas, tus labios rojos o lindas rodillas.
Es tener dominio de la voluntad; calidad en la imaginación; vigor en la emoción; es algo refrescante que emana del manantial de nuestras vidas.
La juventud es una etapa temperamental donde predomina el coraje sobre la timidez, y el apetito por aventura sobre una vida monótona. Pero esto ocurre más frecuentemente en un hombre de cincuenta, que en un joven de veinte.
Nadie envejece simplemente por vivir cierto número de años. Únicamente envejece quien abandona sus ideales.
Los años pueden arrugar la piel, pero abandonar un ideal, arruga el alma.
Las preocupaciones, las dudas, la desconfianza en uno mismo, el temor y la desesperación, son las cosas que transforman los años en tiempos interminables, hacen agachar la cabeza y provocan que el espíritu que se encuentra en crecimiento, regrese al polvo.
Uno es tan joven como la fe que tiene, y tan viejo como sus dudas; tan joven como su confianza en sí mismo, y tan viejo como sus temores; tan joven como sus esperanzas y tan viejo como su desesperación.
En el centro de tu corazón existe una estación inalámbrica. Siempre y cuando recibas mensajes positivos de belleza, esperanza, alegría, grandeza, valor y poder, ya sea de la Tierra, de los hombres o del Infinito, continuarás siendo joven.
Pero si la conexión está caída y el centro de tu corazón está cubierto con la nieve del pesimismo y el hielo del cinismo, entonces sí, realmente has envejecido
La juventud no es sólo una época de la vida, es también un estado de ánimo.
Autor: Samuel Ullman
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