Todos conocemos ese sentimiento. Dijiste algo inapropiado sobre alguien y ese alguien se enteró. Tal vez, te ayudaste a ti mismo apropiándote del esfuerzo de otra persona. O, en una de esas, robaste. O mentiste. Y la culpa se hace presente.
La única manera de liberarte de ella es reconocer tu error, pedir una sincera disculpa, expresar que lo sientes y mas allá de ser perdonado por la persona a quien afectaste externamente, perdonarte a ti mismo.
Cómo decir que lo sientes.
Si la disculpa no es sincera, ni quien pida las disculpas ni quien las reciba saldrán beneficiados. Pedir perdón puede ser algo muy difícil. Es un asunto de ego. Es humillante admitir el error y decir perdón. Significa que has hecho algo que no deberías haber hecho y que lo sabes. Ahora, es el momento de asumir la responsabilidad.
No obstante, sólo será beneficioso cuando verdaderamente sientas y entiendas lo que estás haciendo. De lo contrario, sólo serían palabras vacías. Es decir, si envainas la espada para hacer la paz, no puedes dejar el mango afuera —y estar listo para volver a tomarla—.
En ese sentido, es recomendable evocar una vieja plegaria de la tradición budista. Antes de ofrecer una disculpa o levantar el teléfono, siéntate confortablemente, y siente el peso de no haberte compadecido de ti mismo. Después de que lo hayas sentido profundamente, di para tus adentros: “he lastimado a alguien por mi ignorancia, ira, o confusión, y ahora pido que se me otorgue el poder para perdonarme”.
Antes de que puedas pedirle a alguien que te perdone, debes perdonarte a ti mismo. No serás capaz de nutrirte del perdón si no te perdonas primero.
Cambio de células.
Hay quienes dicen que los cambios en los pensamientos pueden programar la estructura celular para proveer beneficios a la salud. Cuando dices una mentira, según la medicina china, la mentira queda atrapada en el cuerpo a nivel celular.
Puede sentirse como un nudo. Cuando pides disculpas, el cuerpo conoce la verdad de lo que hayas querido decir. Tú tienes la posibilidad de cambiar tu cuerpo, porque tú eres quien está a cargo de tus pensamientos.
Aceptación o no.
No es obligatorio que la otra persona acepte tu pedido de disculpas para conseguir los beneficios a nivel de la salud. Es posible que tus disculpas nunca sean aceptadas, y tú deberás encontrar una forma para vivir con ello.
Cuando te aferras a los problemas y equivocaciones, es como si tuvieras unido a un ancla que te arrastra hacia el fondo de un abismo. Tus mejores pensamientos aparecerán cuando estés en paz contigo mismo. Y tus mejores noches de sueño también.
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